
Nuestro cuerpo es todo un templo. Con sus tiempos y ciclos. Como el ciclo que vive la piel y su regeneración, ese proceso mágico en que se desprende toda célula muerta de la piel y deja espacio para las células nuevas. Un proceso de renovación natural que vive nuestro cuerpo y que con los cuidados necesarios podemos ayudarlo a que sea más efectivo.
Pero si es un proceso que ocurre de manera natural, ¿Por qué es bueno exfoliarse el cuerpo de vez en cuando?
Bien. Se sabe que la piel se renueva de forma natural cada 28 días aproximadamente. Nuestro hermoso cuerpo tiene, como bien dijimos arriba, la capacidad de restaurar las células muertas por células nuevas. Este es un proceso que sí o sí ocurre en nosotros pero que a veces, por periodos tensos, llenos de trabajo o ansiedad mental o emocional hacen que la renovación sea más lenta o que no se desprendan todas las células muertas y queden algunas dando vueltas en la piel. Al ocurrir esto la “nueva piel” no puede oxigenarse adecuadamente ni absorber la humedad y nutrientes por lo que el resultado es una sensación de piel apagada, que a la larga nos hace sentir muy cansados.
Entonces, ¿Qué beneficios tiene exfoliar la piel?
¡Muchos! En verdad, al exfoliar nuestra piel - y regalarnos un masaje suavecito en nuestro cuerpo - nos aseguramos que esta regeneración epidérmica esté siendo efectuada con éxito ya que ayudamos a estas células muertas (o piel antigua, cuál lagarto) a desprenderse completamente de la capa superficial de la piel lo que hace que nuestra nueva piel quede tersa y más permeable. De esta forma la renovación mensual se hace completa; la piel respira mejor, se estimula la oxigenación celular y, además, se absorben los nutrientes y principios activos de los productos y cremas hidratantes que nos apliquemos después como parte de una rutina de cuidado del cuerpo. Bonito, ¿Cierto?
Ahora, bien, aquí viene otra parte a tener consideración. En esta búsqueda por eliminar lo que nos daña el cuerpo y que además daña nuestro entorno, es que aconsejamos ir eliminando el uso de productos químicos en nuestra piel ya que al exfoliarse con estos muchas veces nuestra piel puede salir dañada en el proceso. Esto, básicamente porque estamos trabajando en una capa muy sensible que está recién saliendo, por lo que creo que es más bonito – y sano - ayudar este proceso de una forma natural, a la antigua. Los exfoliantes naturales para la piel son una muy buena solución para poder otorgar este “empujoncito” que la piel necesita para botar todo y así obtener los beneficios de limpieza en profundidad, suavidad y tersura sin poner en riesgo tu salud. Exfoliantes naturales tales como azúcar rubia y el limón (el limón es un poderoso astringente que regula la producción de aceites mientras ayuda a aclarar la piel manchada), la sal marina, el café y el aceite de coco (Es súper aconsejable masajear piernas y glúteos con aceite de coco con el fin de mejorar la circulación), esponjas de lufas (completamente naturales y esenciales para ayudar a desprender piel muerta) entre otras tantas miles de alternativas ricas.

Ahora, la última duda. ¿Cada cuánto deberíamos exfoliar el cuerpo?
Yo creo que esta respuesta depende exclusivamente de cada persona y de su tipo de piel. Aquí dejamos que nuestro sentido común nos lleve de la mano, ya que cada uno conoce su cuerpo y sabe cada cuánto necesita una limpieza de células. Sí, efectivamente cada 28 días ocurre el proceso de regeneración, pero hay veces que nuestro cuerpo pide empujones con más frecuencias. Yo creo que aquí hay que ir probando y mimando el cuerpo y sabiendo qué es lo que quiere y necesita. Solo escuchar.
A si es que sin más, dejamos la puerta abierta al mundo de la exfoliación, que es tan bonito como sanador (y hasta un poco catártico, diría yo) porque finalmente es un proceso en el que dejamos ir todo lo malo y viejo para recibir lo nuevo y bueno. Y si el cuerpo puede y lo hace solo, ¿Por qué la mente no podría? Aprovechen estos momentos de exfoliación y regálense segundos de quererse, mirarse y regalonearse. Si tienen tiempo, pongan música, enciendan una vela y dense un baño de tina para exfoliarse. Y bueno, si no, siempre pueden ocupar unos minutos mientras se duchan. Lo importante es darse aunque sea un ratito para uno mismo. ¡Lo merecemos!